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Sábado mirando la puerta del garaje
Hay problemas serios y problemas gravísimos, como que la
plataforma de mi garaje se haya roto y no pueda sacar el coche de ese
cubículo durante casi una semana. Quería viajar esta mañana, este fin
de semana. Salir a ver a mi hijo y a mis amigos, comer con ellos, cenar,
tomar vinos, reírme de las idioteces que llevamos repitiendo desde
hace casi cuarenta años. No podré porque un mecanismo metálico,
motor o eléctrico, ha dejado de funcionar.
Esta misma mañana he comenzado a leer, a punto estoy de
terminarlo, me he dejado un capítulo para dentro de un rato adrede, el
libro La Espera de Keum Suk Gendry-Kim. Te parte el alma en dos, si
eres de esas personas que la tiene, claro. Te parte el alma y la vuelves
a recolocar con la paciencia de las historias bien relatadas, de los
dibujos bien hechos. Es un tebeo, sí, a fin de cuentas, un libro. Podría
decir que habla de la guerra de Corea; ya sabes, la de las películas
estadounidenses, que parece que todas las guerras son suyas y, por
extensión, les pertenecen esos países. El libro habla de la gente, de las
historias de la gente, la que tuvo que huir, porque no es lo mismo huir
de tu casa que emigrar. Huir cuando te echan porque si permaneces en
tu hogar, te matarán, te robarán, te violarán -si eres mujer-, te
venderán, te prostituirán. El orden supongo que da lo mismo cuando te
convierten en un animal prescindible. Me ha dolido el libro, no tanto
como no poder sacar el coche del garaje. Al ponerlo en una balanza, me
carcajeo de mí mismo; me permite tomar perspectiva de las cosas.
Hay muchas frases significativas, por suerte, el lector de
subrayado compulsivo no ha accedido a este ejemplar todavía para
remarcar las frases. De hecho, soy la segunda persona que lo lee. La
suerte que tenemos de no rebuscar bestseller de los que salen en las
redes sociales. Esos no los podrías conseguir prestados en la biblioteca
ni en un mes. Para algunos libros hay listas de espera de meses, cuando
hay miles, literalmente miles, de ejemplares, a la espera de que una