Soy simplemente un ser humano más de este bello planeta, un hombre que se ha descubierto envuelto por la inmensidad de la realidad, y que quiere vivir cada instante como un regalo de lo que llamo Dios.
Soy un hombre creyente, no por lo que me han dicho o por lo que he leído, sino porque en mi desierto me he encontrado con el Dios de la vida, el cual dejó de ser hace tiempo una bella idea, una ideología, una creeencia o una opción más, para convertirse en mi compañero de camino.

Es cierto que estos años he estudiado algo de filosofía y teología en instituciones no menos que prestigiosas, sin embargo, los mejores maestro de mi vida han sido el amor, la esperanza, el dolor y el sufrimiento, por eso cuando hablo trato de hacerlo desde mis propias experiencias, cicatrices, fracturas, pasiones y encuentros, porque es ahí donde mejor puedo expresar mi humanidad y mi camino de fe.

Finalmente me pienso como un ser humano capaz de ser más humano cada día, con el compromiso de hacer de este mundo un espacio mejor, por eso no quiero dejar de aprender, de soñar, de jugar, de reir, de compartir y de seguir caminando. Me siento agradecido con mi Compañero de camino, el cual se me ha presentado en muchos rostros y actitudes... Gracias Silvia, Luis Ángel, José, Oscar, Emilio, Jacinto, Julito, Mayra, Oscarito... Cesar, Ponciano, Efraín. Gracias porque me han mostrado la belleza de la Vida y cada uno me ha ayudado a entender quien soy.