una cama individual, resaltan varios juguetes y posters relacionadas con el espacio, también un telescopio que se asoma por la ventana junto a un vaso de plástico rojo con un hilo pegado en su base, el clásico teléfono de vaso. Gritos fuera de la habitación, una pareja peleándose. De repente, entra una chica (14 años) apurada, cierra la puerta de un portazo. Los gritos se siguen escuchando. La chica se sienta en el piso y se tapa los oídos, no quiere escuchar a sus papás peleando otra vez. Se calma y agarra su mochila, saca un pequeño dispositivo que parece hecho de basura, tiene una pantalla apagada y botones, lo examina y aprieta un botón y se prende. El robot se asemeja bastante a un perro, un perro robótico. Inmediatamente el robot empieza a dar vueltas por la habitación, tiene muchísima energía. Se vuelve a acercar a la chica e inmediatamente aparece en su pantalla una partida de pong. La chica aprieta los botones de la cara del robot y su paleta se mueve, empiezan a jugar la partida de pong. La chica pierde pero se está divirtiendo. Entonces empieza a averiguar que más puede hacer su nuevo amigo. Mueve un knob que tiene al costado y cambia la actividad que hace el robot. La chica ve que el robot va cambiando entre juegos y videos, como zapping en canales de televisión. Esto le gusta y empieza a perderse en este endless scrolling. Su mirada se empieza a perder y el robot empieza a crecer. De repente... Su vaso teléfono empieza a sonar y vibrar como si fuese un teléfono de verdad, la chica contesta, es su amigo, ella está emocionada por lo que está escuchando y asiente. Se mueve a su telescopio y empieza a mirar con emoción buscando algo en el cielo. El robot está quieto escuchando. La chica encuentra y se emociona aún más. Para atraer su atención, el robot hace ruidos parecidos a notificaciones del celular, la chica no sabe de donde proviene y voltea, el robot está al lado suyo mostrando videos del espacio en su pantalla. La chica se vuelve a perder, está vez más intensamente.