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Educación y Paz

agora_epullay
September 28, 2017

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  1. “Hoy una nación derrotada es una enfermedad que sufre toda

    la humanidad. El empobrecimiento de una nación no hace más rica a otra; por el contrario, todas las naciones resultan afectadas en forma negativa. Destruir una nación equivale a amputar una mano creyendo erróneamente que de esa forma la otra mano duplicará su fuerza. Somos un solo organismo, una nación. Transformándonos en una sola nación finalmente hemos advertido la inconsciente aspiración religiosa y espiritual del alma humana, y podemos proclamarla en todos los rincones de la Tierra. Ha nacido “la humanidad como organismo”: se ha concretado la superconstrucción que ha absorbido todos los esfuerzos del hombre desde el comienzo de su historia”. Pág., 51.
  2. “Nuestra principal preocupación debe ser educar a la humanidad –

    a los seres humanos de todas las naciones – a fin de guiarla hacia la búsqueda de metas comunes. Debemos volver atrás y centrar toda nuestra atención en el niño. Los esfuerzos de la ciencia se deben centrar en el niño porque él es el origen de los enigmas de la humanidad y también la clave para resolverlos. El niño cuenta con una enorme riqueza, con una capacidad, sensibilidad e instintos constructivos que todavía no han sido reconocidos ni puestos en práctica. Para desarrollarlos necesita oportunidades mucho más amplias de las que sele han ofrecido hasta ahora. ¿No se podría alcanzar ese objetivo cambiando toda la estructura de la educación? La sociedad debe reconocer plenamente los derechos sociales del niño y preparar para él y para el adolescente un mundo capaz de asegurar su desarrollo espiritual”. Pág., 53 - 54
  3. “El desequilibrio entre el desarrollo del ambiente externo y el

    desarrollo espiritual interno del hombre es bastante asombroso. Es un fenómeno curioso, que presenta aún más contradicciones de las que plantea el fenómeno de la guerra. ¡Los hombres han alcanzado tantos logros y han obtenido tantas riquezas, y sin embrago son pobres e infelices! En este mismo momento cada uno se pregunta cómo puede seguir viviendo. Todo evoluciona, todo cambia, la humanidad produce tanto- de hecho demasiado- y es ese mismo exceso el que en ocasiones nos hace sentir el deseo desesperado de volver al pasado. Los hombres de la antigüedad eran más simples. Decían: “Dios proveerá”. En su mundo todavía había lugar para el pobre entre otros que eran pobres y el individuo estaba dispuesto a hacer sacrificios por el bien de su prójimo… Observemos lo que ha sucedido con el tipo de educación impartida por nuestros padres y maestros. Le dicen al niño: “Vamos, debes dedicarte de lleno al estudio. Debes obtener ese diploma. Debes obtener tal trabajo. De lo contrario, ¿de qué vas a vivir?” los padres y los maestros de hoy olvidan pregonar las palabras que alguna vez fueron el pilar de la educación: “Todos los hombres son hermanos”. El verdadero peligro que amenaza a la humanidad es el vacío en el alma de los hombres; el resto es sencillamente una consecuencia de ese vacío.” Pág. 77 – 78.
  4. “La educación debe preocuparse por el desarrollo de la individualidad

    y permitirle a cada niño que siga siendo independiente no solo en los primeros años de su vida sino a través de todas las etapas de su desarrollo. Se necesitan dos cosas: el desarrollo de la individualidad y la participación del individuo en una auténtica vida social. Ese desarrollo y esa participación en las actividades sociales cobra distintas formas en los diferentes períodos de la infancia. Sin embargo, un principio permanecerá inalterable durante todas esas etapas: al niño se le deben proporcionar en todo momento los medios necesarios para que actúe y adquiera experiencia. Entonces su vida como ser social se desarrollará durante sus años formativos y se hará más compleja a medida que crezca.” Pág. 95.
  5. “Cuando los individuos se desarrollan en forma normal, sencillamente sienten

    amor no sólo por las cosas, sino también por todas las criaturas vivientes. Ese amor no es algo que se nos haya enseñado; es el resultado natural de tener una vida adecuada. Podríamos decir que si aparece el amor estamos dentro del campo de lo normal, y si no, dentro del campo de lo anormal. El amor no es la causa sino el efecto del desarrollo normal del individuo. Ciertas situaciones de la vida ofrecen la misma experiencia. Lo que llamamos amor entre un hombre y una mujer, por ejemplo, es posible sólo cuando las personas han llegado a una cierta etapa de desarrollo; lo mismo sucede con el amor de una madre por su hijo. ¿Se puede enseñar a amar con el ejemplo? ¿Cómo puede ser, en ausencia de la causa que genera ese amor? ¿Se puede, tal vez, enseñar el amor fraternal, el amor a la humanidad, como un ideal abstracto? Para poder hablar de ese amor, para poder experimentarlo, en primer lugar debemos obedecer las leyes de la naturaleza o supernaturaleza humana.” Pág. 97.
  6. “Hay que educar al hombre. Es cierto que la educación

    dará lugar a un nuevo hombre, pero esa no es una tarea fácil. Seguramente llevará mucho tiempo, pero no tanto si se lo compara con todo lo que ya ha trabajado la humanidad. Lo primero será crear un entorno que satisfaga las necesidades de los más jóvenes. ¿Cuánto se ha hecho por los niños, o por los jóvenes? Casi nada, o a lo sumo, muy poco. A diferencia de los animales, que construyen con esmero para su descendencia, el hombre, ese ser inteligente capaz de utilizar sus propias manos, no lo ha hecho tan bien. ¿Qué ha hecho el hombre con sus augustas construcciones y con todas sus comodidades, por los niños? El amor en sentido abstracto no es suficiente; para comenzar tenemos que hacer algo concreto, práctico; construyamos la supernaturaleza necesaria para la vida de los niños y de los jóvenes”. Pag. 112
  7. l “Todo adulto que se esmere en trabajar por los

    niños tiene que tomar conciencia de su función primordial, que es revelar el alma del niño. Si así lo hace, los pasos subsiguientes que dé y la ayuda que le brinde al niño serán de gran importancia; de lo contrario, todo su esfuerzo habrá sido inútil. Su obra debe perseguir un doble objetivo: construir un entorno adecuado y promover en los adultos una nueva actitud para con los niños. l Si se busca el desarrollo del niño hay que tener presentes dos factores: además de la salud física, el entorno que se cree debe satisfacer las necesidades que atañen a la vida espiritual”. l Pag. 126
  8. “Cuando estoy rodeada de niños no adopto la postura de

    una científica, una teórica. Cuando estoy con niños soy nadie, y no hay mayor privilegio para mí que olvidarme de que existo, pues esa es la única manera de ver cosas que me perdería si fuera alguien, cosas pequeñas y simples, pero que constituyen verdades preciosas. No siempre es imperioso ver lo grande, pero sí es indispensable conocer el nacimiento de las cosas. Cuando se originan son como chispas, fáciles de reconocer apenas surge algo nuevo. Luego se convierten en una luminosidad asombrosa que nos permite comprender el intrincado laberinto de la vida social de los adultos”. Pág. 137.
  9. “El ser humano debería ser mucho más feliz que los

    animales. Si no lo es, es porque hay algo que no funciona en la sociedad y en la supernaturaleza que él ha creado. El trabajo del hombre no tendría que ser sólo el medio de subsistencia para él y su familia, debería ser el instrumento para alcanzar algo grandioso y magnificente, útil para sus fines individuales pero también para los de toda la humanidad”.