trabajo adquiere una doble característica: 1. Por un lado, se supone que el trabajo está dotado de ciertos atributos (el esfuerzo, la obligación, la transformación creadora de algo dado, la creación de valor, la utilidad, la existencia de contrapartes) como si esos rasgos (que son actuales) hubieran acompañado al trabajo desde siempre, olvidando así el carácter histórico de dichos atributos. 2. Por otro lado, está la idea de que el trabajo hubiera sido en algún momento estropeado o desfigurado. Se plantea así un ideal del trabajo, un «trabajo como debería ser» (como si el pasado remoto representara una «edad de oro» del trabajo, que luego se arruinó).